sábado, 27 de julio de 2013

Las Niñas Sabias ( Puellae Doctae)


LAS NIÑAS SABIAS ( PUELLAE DOCTAE)
Afortunadamente había excepciones en el Renacimiento:

Teresa de Cartagena: _ Nací en 1425, soy descendiente de judíos conversos y un claro ejemplo de que la cultura se circunscribía a los monasterios. Ingresé en el convento de Santa Clara en Burgos alrededor de los quince años, y más tarde en el de Santa María La Real de las Huelgas en la misma ciudad y donde empezó a manifestarse mi sordera. Debido al aislamiento y soledad producido por mi problema físico escribí entonces la obra: “ La Arboleda de los enfermos” de la que los eruditos, hombres por supuesto, determinaron que estaba demasiado bien escrita para ser obra de una mujer. Me vi obligada a escribir de nuevo otra obra. “Admiración Operum Dey” donde defiendo que si Dios dio a los hombres la facultad de escribir también se la dió a las mujeres. usando por primera vez argumentos considerados más tarde feministas. Afortunadamente esta situación cambió y el conocimiento salió de los conventos como ahora os explicaran mujeres que obtuvieron el reconocimiento de eruditas en su tiempo.

_Como veis (Habla Beatriz Galindo- La Latina), nos  hemos reunido con vosotros para explicaros como ocurrió que de repente y casi al mismo tiempo, varias mujeres llegáramos casi  a la vez al mundo de la cultura, a ese mundo casi exclusivo de los hombres y que lográramos que nos trataran de igual a igual a pesar de sus reticencias a reconocer que debajo de las tocas teníamos algo más que el pelo.

Luisa Medrano: _En aquel tiempo el mundo de las Universidades y de la cultura estaba reservado exclusivamente a los hombres, el acceso a los estudios de cualquier tipo nos estaba vedado; para nosotras únicamente la costura y el manejo de la casa y todo lo que repercutiera en beneficio de los hombres o en su placer.

Fue Isabel I de Castilla (llamada más tarde La Católica), la reina, la que, y predicando con el ejemplo, entendió que las mujeres debían recibir educación y por lo tanto el mundo de la cultura debía serles accesible.

Francisca de Nebrija: _Así todas nosotras tuvimos preceptores que nos instruyeron en materias como la gramática, la retórica y la oratoria, conocimos el griego y el latín, a los clásicos, a los que podíamos traducir sin dificultad. En mi caso, al ser mi padre Antonio de Nebrija, que había impartido clases en Salamanca y en otros lugares como Bolonia y Alcalá, se ocupó de que yo del permitieron ayudarle a escribir su Gramática que,  por cierto dedicó a la Salamanca.

Beatriz: Yo estaba destinada al convento y me prepararon dándome estudios de Gramática en una de las escuelas de la Universidad de Salamanca, mis conocimientos de  latín, lo hablaba correctamente a los quince años, hicieron que me conocieran con el sobrenombre de La Latina, la reina, conocedora de mi prestigio me salvó del convento llamándome a su lado como preceptora para ella y para sus hijos e  hijas y como consejera, siendo la primera mujer en ocupar ese puesto. Ya viuda me retiré a Madrid para seguir estudiando y trabajando hasta mi muerte. Mi apodo da nombre a uno de los barrios de la capital, todo un honor, sobre todo si sirve para el reconocimiento del trabajo de las mujeres.


Luisa Medrano:_  Me conocen algunos como Lucia, pero es erróneo, mi nombre es Luisa, he pasado a la historia por ser la primera mujer del mundo en dar clases magistrales de Humanidades y Derecho en una Universidad. Por cierto, con gran disgusto de alguno de los hombres de mi tiempo que no pudieron soportar que sustituyera a Nebrija. En fin a pesar de dar nombre a institutos de enseñanza no son muchos los que me conocen y mucho menos por qué he pasado a la historia. Hoy afortunadamente los tiempos han cambiado las mujeres tienen acceso al conocimiento pero desgraciadamente no siempre tienen la consideración y el respeto que merecen,.

 

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